El 6 de julio de 1878 se crea la biblioteca pública, literaria, científica y social del Club Progreso, segunda en antigüedad del interior del país.

Se aprueba el Reglamento del Club Progreso el 1 y 2 de junio de 1900- Firma como Pte. Juan H. Soumastre y Srio. Ricardo Pérez Vila.

 Se concede personería jurídica el 24 de julio de 1900 – Pte. Cuestas- Edo. Mac Eachen.

... Piedra fundamental del edificio el 13.XI.1881

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   Ëpoca difícil y cambiante, plena de circunstancias que iban modificando  la vida y la manera de encararla en los habitantes de nuestra república y también del mundo que la rodeaba.

  En realidad era el mundo cambiante lo que hacía que a su vez fueran copiándose diferentes situaciones que iban marcando las distintas influencias que comenzaban a predominar y que a su vez se reflejaban en nuestro medio.

   Nuestra ciudad no podía ser indiferente a esas circunstancias, ya que era considerada una de las más encumbradas culturalmente, siendo siempre influenciada por Buenos Aires y a través de ella por los acontecimientos que en el viejo mundo comenzaban a manifestarse.

   Muy acertadamente el Profesor Wáshington Lockhart detalla todas estas circunstancias en su extenso trabajo publicado en la Revista Nº.21 del Centro Histórico y Geográfico de Soriano (1), de la que extraeremos distintas explicaciones y detalles para a su vez, más de 40 años después, realizar esta nota.

   En lo que atañe directamente a nuestro medio extraemos la aprobación de la Reforma Escolar de José Pedro Varela, la creación de la primera gremial obrera en esta ciudad, la reivindicación de la mujer como factor social y en menor medida el alambramiento de los campos y su consecuencia, la aparición de los distintos pueblos que recogían al gauchaje que antes corría libremente en cuchillas y llanuras de nuestra tierra.

   Otros ítems detalla Lockhart a nivel nacional y mundial como la     creación del Ateneo del Uruguay en Montevideo (1877), el movimiento racionalista con influencias masónicas (la evolución de la especie humana - Darwin) y algún otro factor que también influenciara.

   Ya la presencia de destacados personajes provenientes de la vecina orilla, habían influido en elevar el nivel cultural de nuestra sociedad, propiciando la creación de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular como filial de la creada ya en Montevideo, la que tenía como principal al jefe Político Jacinto Figueroa y que integraban distintos personajes del medio.

   El auge del trabajo que desempeñara esa Sociedad se vio reflejado en la creación de 22 escuelas (11 urbanas y otras tantas rurales) para inculcar en nuestros niños la enseñanza necesaria que los habilitara, por lo menos, a leer y escribir.                                                     

 Este departamento debió suprimir algunas de ellas (quedando su número en 9 urbanas y 9 rurales) al aprobarse la Reforma en aquel año, ya que además se había creado una Escuela Superior que se encomendó en su dirección al destacado preceptor Albino Benedetti, basada en los programas de la Escuela “Elbio Fernández” de Montevideo.

   Recordemos que entonces las noticias sólo se conocían de boca en boca o a través de periódicos de escasa circulación, traídas por los viajeros transportados en navíos o en diligencias y que sólo algunos adelantos se conocían a través de los libros, muchos de ellos en francés, propiedad de afortunados vecinos relativamente ilustrados.

   Diferencias entre religiosos y liberales propició la creación entonces de una Biblioteca Pública por un núcleo de vecinos, la mayoría poseedores de cierta cultura, que se reunieron en una tarde de julio de 1878 en casa del Dr. Juan Gil.                                             

   Este domicilio se ubicaba en calle hoy E. Giménez 178 (numeración antigua) y el objetivo era fundar una asociación que tuviera el triple carácter de literario, científico y social para secundar los trabajos plausibles de la Municipalidad.

   Por lo tanto es en julio de 1878 que se constituye el “Club Progreso” que tiene como sede inicial la casa de Francisco Baños en calle Artes de entonces (hoy Colón) casi Montevideo (hoy Eusebio E. Giménez).

   Transcribe Lockhart las palabras publicadas en el periódico “El Porvenir” por un colaborador de éste: “Una Biblioteca nos pone en comunicación con el mundo civilizado por medio de los periódicos gracias a sus noticias, así con los libros con su valor instructivo”.

Algunos vaivenes aparentemente relacionados con el momento político (dictadura de Latorre) significan un corto paréntesis en la actividad del Club Progreso, desapareciendo de su dirigencia el Dr. Francisco Miláns y también Juan Idiarte Borda, hasta que en 1879 se da forma a la Directiva que encabeza como Presidente el Dr. Mariano Pereira Nuñez, Vice: Dr. Juan Gil, Tesorero Dr. Serafín Rivas, Secretario el Dr. Luis H. Gil y Bibliotecario el Dr. Carlos Warren, todos personalidades en el momento, directiva que se considera como la fundadora del Club.

   Se realizaban en él periódicas conferencias, cursos superiores y reuniones literarias, conformando una biblioteca que se fue integrando con el aporte de cada socio haciendo entrega de un libro para el acervo que fue muy valioso dada la categoría de las obras que la conformaron.

   Esta Biblioteca se constituyó en la segunda constituida en el Interior de la República, siendo la primera la que desde 1873 existió en Nueva Palmira.

   Actualmente la totalidad de los libros que la formaban e incluso los valiosos muebles que la contienen se encuentran en la sede del Centro Histórico y Geográfico de Soriano donde se custodian, junto al cuadro que contiene, en una tela primorosamente bordada,  los rostros de aquellos cinco integrantes de esa directiva. 

    La sede social-  Sigue diciendo Lockhart que en 1881 se pone la piedra fundamental del edificio construido en la calle 18 de Julio en un terreno que donara a esos efectos don Saturnino Camp, el que luce en su frente signos representativos de la masonería como cuatro columnas corintias y en su acápite un arco quebrado con un globo terráqueo en el medio. La inauguración se realizó el 25 de agosto de 1882.

Posteriores adquisiciones se debieron realizar para dar más amplitud al elegante edificio, habiéndose realizado las compras: a doña Mercedes Capdevila una fracción de 5 varas de frente por 25 de fondo que lindaba al sur con la Sucesión Camp  (según escritura fechada el día 7.XI.1881- ante Esc. Fco. Saez) y obteniendo una donación de doña Rufina Chopitea de 15 varas de frente a calle 18 de Julio por 25 varas de fondo, lindando al norte con la misma sociedad (escriturada el 10.I.1882 por el  Esc. Fco. Saez).

Para darle brillo a ese acontecimiento, se celebró en el local que ocupaba hasta entonces ese Club, un amplio y lucido programa realizado en el correr de dicho mes y entre quienes ocuparon la tribuna, lo hizo trastocando lo acostumbrado hasta ese momento, la entonces señorita Rita Díaz Ferreira.

Su altivez, su decisión, su coraje en emitir sus opiniones ante un ambiente considerado hostil, por el hecho de estar compuesto sólo por hombres, la mayoría personalidades en sus diferentes profesiones, fueron pilares pétreos sobre los que luego, poco a poco, se fueron elevando las diferentes conquistas que el “sexo débil” fue logrando a través de una lucha firme y permanentes extendida en un largo tiempo.   

(Comentarios extraídos de la Revista Solar Chaná Nº. 2 de agosto de 1949 y reflejados en nuestras notas en Diario Crónicas en la serie “Nombres, hechos y fotos” – Nº.7 luego compilados en el libro de igual nombre). 

 Finalmente en 1907 se modificó la estructura total del edificio, incluso la fachada, pasando a tener dos pisos, ocupando la biblioteca la planta alta.

   Poco después, a partir de 1912, constituidas otras sociedades “menos aristocratizantes” como el Centro Uruguayo, comenzó a decaer la actividad del Club Progreso, habiéndose realizado gestiones para tratar de unificar ambas instituciones, sobresaliendo en ese intento Luis A. Zanzi, pero no logrando éxito en esa empresa.

Ya desde 1892 había comenzado a sesionar en sus salones la luego “Asociación Rural” (2) facilitando en parte la actividad del Club Progreso, pero apuntalándolo en la faz económica y también al crearse el Liceo Departamental, la actividad literaria del Club comenzó a no ser necesaria dentro de la sociedad que veía atender esas necesidades de una manera diferente y con más amplitud.

  Todo ello llevó a que en Asamblea del 17 de mayo de 1931, presidiendo el Club Progreso Jorge Sifredi, se resuelve disolver el mismo, vendiéndose tanto el edificio como el mobiliario, bibliotecas y todos sus enseres a la Asociación Rural.

   “Fue este Club un foco que irradiaba la cultura a través de sus más elevados cultores, habiendo desfilado por sus tribunas, destacadas personalidades, apuntalando nuestra evolución social y cultural, dice Lockhart, a través de más de 50 años de existencia”.